martes, 2 de marzo de 2010

Aquí empieza un relato...


“Hay un día en la vida de todos que determina un destino. Ese día se abre una puerta y se cierran todas las demás. A veces es una desgracia o un dolor; otras un encuentro o una alegría. Después nos volvemos diferentes, ya no somos los de antes”

Todo empezó una primavera del año 2000. Demasiado joven, 35 años, dos hijos de 3 y 7 años y el diagnóstico de un cáncer metastásico de mama. Han pasado casi 10 años de intensa lucha contra la enfermedad. Y la enfermedad parece que ha podido con ella. Ella es Rosi, mi única hermana. Acaba de morir…

Hay individuos que ante el sufrimiento se pierden, otros huyen y otros que se descubren; gente que se abandona a la desesperación y otros que sacan a la luz su mosaico interior. En este momento, no sé qué será de mí. Pues, ¿qué difícil es dar la vuelta a las páginas de la vida?, terminar un capítulo y abrir otro. Recuperar la agenda para vivir. Es tan difícil aceptar que no volveremos a verte en esta vida. El eco de tu presencia nos regenera y sostiene. Me esfuerzo para que ante el misterio de tu muerte sea el amor y no el dolor el que guíe mi camino. Nos haces mucha falta, pero no estamos solos.

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