Ayer por la tarde leía " El arte de la guerra", este libro milenario que tanta sabiduría ha aportado después de ser escrito. Sin duda, comparto lo que expresa su autor, aunque lo comparta no solo referido a los líderes. Creo firmemente que cada persona tiene su luz propia. Una luz que es única y distinta a las demás luces. Hay personas de luces intensas y hay personas de luces ténues y apagadas. Nuestra luces se acompañan de sombras. No existe la luz sin sombra. Eso lo descubrí pintando, y es ampliable a la vida y a las personas. Cuando pintas un punto de intensa luz, tienes que poner, justo al lado, una sombra. Cuanto más intensa es la luz, más intensa es la sombra. No hay que preocuparse por las sombras, pues existen. Hay que mirar hacia la luz. Sin saberlo, esa luz que llevamos cada uno, muestra el camino y lo ilumina. Lo ilumina para uno mismo, pero también para los que te acompañan. Si una luz ilumina algo y lo muestra, otros pueden acogerse a ella o pueden no hacerlo; es así de gratuito y silencioso. Cada uno , simplente por ser, muestra luz... y simplemente por ser, podemos ayudar a otros.
¡Qué difícil es expresar este pensamiento!...
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